Bilingüismo: cuanto antes, mejor que mejor
Mitos sobre el bilingüismo y claves para educar un niño en varios idiomas
Aunque actualmente más del 50% de la población de la Unión Europea es bilingüe, actualmente se discuten mitos en torno al bilingüismo como que, confunde a los niños, que no les permite diferenciar entre las lenguas que hablan o incluso que produce retraso en el lenguaje. Dos expertas en la materia, Kati Szeless y Raymonde Sneddon desmontaron estas teorías en la V Jornada de Bilingüismo en Edades Tempranas organizada por el British Council School, y demostraron las ventajas cognitivas y sociales de los niños que empiezan desde muy pequeños en el aprendizaje de un segundo idioma.
Uno de los equívocos más recurrentes cuando hablamos de bilingüismo en edades tempranas es pensar que puede producir un retraso en el desarrollo del lenguaje de nuestros hijos. Un error que lleva a muchos los padres a esperar a que el niño sea capaz de desenvolverse en un idioma antes de empezar con el segundo.
Tanto Kati Szeless com Raymonde Sneddon, ambas bilingües y reconocidas expertas el aprendizaje y enseñanza de idiomas coincidieron en señalar la importancia de empezar a enseñar a los niños una segunda o incluso una tercera lengua lo antes posible. En este sentido, destacaron la importancia de iniciativas como el Bilingual Baby Club, un nuevo programa del Colegio Británico, destinado a niños entre 14 y 36 meses en el que los padres acompañan a sus hijos y juntos, a través de juegos, se inician en ingles en un contexto muy seguro y rico en recursos.
“Creo que es perfecto y que ofrece exactamente lo que los niños necesitan”, explicaba Kati Szeless. “Obviamente lo ideal sería que ambos padres hablaran en casa las dos lenguas así los niños estarían mucho más expuestos a la influencia del inglés. Pero si no es el caso, esta sería la segunda mejor opción, ya que es otra manera de estructurar el aprendizaje de la segunda o la tercera lengua del niño, y empezando lo antes posible”. Según Kati, los niños son capaces de diferenciar dos lenguas desde el cuarto día de su vida, por eso apuntaba, “empezar a oír el sonido de otra lengua, aprendiendo de una forma estructurada, usando una lengua concreta, en un momento en concreto, es una buenísima manera iniciar a los niños y a los padres y un buen ejemplo de cómo empezar a criar un niño bilingüe”
Raymonde Sneddon también coincidió en la importancia de empezar con los niños “lo antes posible” y destacó el buen trabajo de los profesores, por “interactuar con los niños pero teniendo siempre muy en cuenta a los padres, aconsejándoles cómo pueden hacerlo en casa”. Tanto a los profesores como a los padres, Sneddon les aconseja que interactúen con los niños. “Se trata sobre todo de convertir la lengua en un juego, encontrar actividades y contar historias para atrapar el interés de los más pequeños. Los cuentos, por ejemplo, son muy útiles porque tienen una estructura muy repetitiva y es fácil animar a los pequeños a unirse a contar la historia y a participar”.
Desmontando mitos
Los bilingües no son niños súper inteligentes, ni tienen que tener un entorno socioeconómico alto, ni sufren retraso en el desarrollo del habla, ni tampoco absorben los idiomas solo con escucharlos. El bilingüismo se enfrenta todavía hoy a toda clase de mitos y de leyendas urbanas que persisten a pesar de que todos los datos y a investigación reciente señalan sus múltiples ventajas. Kati Szeless desmontó en el Colegio Británico muchas de estas consideraciones erróneas a partir de su propia experiencia personal, como bilingüe en inglés y húngaro, y como profesional consultora de idiomas primarios y asesora nacional de enseñanza en idiomas.
El bilingüismo, además, no es una rareza, más bien al contrario. Actualmente, explicaba Szeless, en el mundo ya hay más niños educados en dos idiomas que en un solo. Y achacaba la persistencia de estos mitos a “algunas culturas occidentales que todavía tienden a permanecer monolingües. En Reino Unido, por ejemplo, es muy difícil para los adultos ver la necesidad de hablar otro idioma, y persiste la idea de que no importa ser monolingües porque todo el mundo habla inglés“. Esto, sin embargo, está cambiando gracias a los estudiantes que van a estudiar fuera de su país, y se traen consigo el aprendizaje de otra lengua.
Kati Szeless, recopiló algunos de los estudios más reconocidos que demuestran que los niños bilingües tienen un cerebro más flexible y activo y por lo tanto unas mejores capacidades cognitivas que los monolingües. “En esencia no importa qué idiomas hables. Lo que importante es el hecho de que puedas conversar otra lengua diferente a tu lengua materna. Estamos empezando a reconocer que no es sólo la lengua lo que aporta beneficios, son los todas las ventajas derivadas del bilingüismo o multilingüismo. Los niños bilingües se concentran mejor, son capaces de descartar fácilmente la información que no es útil, tienen más capacidad para analizar y resolver problemas de lógica y matemáticas. Al cambiar lenguas tienen que pensar en qué lengua es mejor hablar, según el momento. Los niños toman estas decisiones desde una edad muy temprana, y eso ocurre tanto si hablan lenguas muy influyentes en el mundo, como idiomas minoritarios. A efectos de las ventajas cognitivas, todas las lenguas son igual de importantes”.
Tampoco es cierto que los niños absorban un idioma solo con ver la tele en ese idioma. “Para aprender un idioma es fundamental consistencia y estructura”, explicaba, “y requieren que se adapte su acercamiento al idioma según la fase de desarrollo en la que se encuentren, porque el bilingüismo en edades tempranas destaca por las capacidades que va a aportando, no por la velocidad a la que se adquiere”. Es decir, que primero, los niños lo escuchan y aprenden a diferenciar el sonido, luego empiezan a balbucear palabras, luego a formar pequeñas frases, y así sucesivamente. Por eso, Szeless recomendaba a los padres ser constantes y estructurar la educación de sus hijos en un segundo o tercer idioma: “Puede ser que los dos progenitores le hablen los dos idiomas, o uno cada un idioma diferente, la clave es no desanimarse si no ven resultados, incluso si el niño no contesta en el idioma en el que se le habla. Hay que insistir porque el idioma está ahí, se va asentando en el cerebro y va a salir, tarde o temprano”.
Libros en dos idiomas
Por su parte, Raymonde Sneddon, profesora y educadora de profesores en la Universidad de East London durante más treinta años, en los últimos años se ha especializada en trabajar con alumnos bilingües, sus familias y sus comunidades. En concreto, ha analizado cómo los niños aprenden a leer usando libros escritos en dos idiomas. Sus estudios demostraron que estos niños, lejos de confundirse con el uso de diferentes idiomas, mostraron una mayor comprensión al leer en inglés: “Los niños bilingües, se desenvuelven mejor porque las habilidades que desarrollan gracias al uso de dos o más lenguas las trasladan también a otras materias”, concluía.
Sneddon ha trabajado con niños bilingües de Primaria que mantienen el inglés como lengua dominante pero que están aprendiendo a leer y escribir en el idioma de la familia utilizando libros escritos en dos idiomas. “Las madres y sus hijos usaron ambos textos para transferir habilidades de un idioma a otro; discutir el significado en ambos idiomas; comparar las estrategias de lectura y cómo estas varían dependiendo del idioma aprendido (albanés, turco, francés y urdu)”, explicaba. Según sus estudios, esta práctica tuvo un impacto muy positivo en la confianza de los niños, en su identidad personal como bilingües en una sociedad británica multicultural y en sus avances en la alfabetización en inglés.
Además, Sneddon anima a los padres a aprovechar el fuerte impacto emocional de las lenguas. “Si los niños lo relacionan con algún sentimiento, por ejemplo, su relación con sus abuelos, con algo que les ayude a atesorar recuerdos, se convierte en algo muy gratificante. Por ejemplo hacer pequeños libros con fotos, “My grandfather day”, contando de manera muy sencilla lo que hace su abuelo, luego lo pueden mostrar, se sienten muy orgullosos y aprenden casi sin darse cuenta”. En su opinión, desde un punto de vista emocional todas las lenguas son iguales en lo que se refiere al desarrollo del cerebro. “El punto de vista emocional es algo que yo he aprendido de los niños. Tener la lengua de su casa no es solo una cuestión de conocimiento o de utilidad, es además algo muy valioso, que hay que mantener”.
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